¿De qué trata?: Jane (Meryl Streep), madre de tres hijos ya adultos, es la propietaria de un restaurante pastelería de Santa Barbara y, tras una década divorciada, mantiene una amigable relación con su ex-marido, el abogado Jake (Alec Baldwin). Pero cuando Jane y Jake tienen que salir de la ciudad para la graduación universitaria de su hijo, las cosas comienzan a complicarse. Una inocente comida lleva a lo inimaginable: un reencuentro. Con Jake casado de nuevo con una mujer mucho más joven, Agness (Lake Bell), Jane se convierte de pronto en "la otra". Y en medio de todo este embrollo se ve envuelto Adam (Steve Martin), un arquitecto contratado para renovar la casa de Jane.
La autora de la cinta repite la fórmula que no le diera mal resultado hace seis años en "Something’s Gotta Give", acompañando la escritura de su propia mano de un guión agridulce lleno de encanto con una interesante y fresca partitura de Hans Zimmer, una más que correcta fotografía, y una elección de reparto y dirección de actores que se convierten en la llave que hace que todo funcione sobre ruedas.
La pareja protagonista está en este caso formada por Meryl Streep, la actriz en activo con seguramente mejor currículum y de la que poco puede comentarse -basta quitarse el sombrero-, y por un Alec Baldwin de aspecto fondón que confirma que cuanto mayor es su deterioro físico como galán más maduras parecen sus cualidades interpretativas. Ambos combinan con perfección expresiva momentos de alocada comedia de enredo con reflejos dramáticos interiorizados sobre el amor, el desamor, la pasión, la duda y las huellas que va dejando el inexorable paso de los años. Mención aparte para la vis cómica -no fácil por un papel de reparto con el riesgo de quedar sobreactuado- de un joven John Krasinski, quien consigue el tono ideal para hacer reír al espectador sin resultar grotesco.
Esta película sin embargo va algo más allá que sus predecesoras. Además de valerse de un solvente conjunto de actores, apuntala un guión cuidadosamente elaborado que aunque tal vez no pase a los anales de la cinematografía debido a cierto convencionalismo olvidable de fondo, se ve reforzado por una puesta en escena con detalles bastante bien resueltos. Entre los cuales, por citar un par de ejemplos, podría recordarse la escena de la cocina en la que Jake observa nostálgico a su familia esperando la mirada de su ex mujer que sólo llega cuando de espaldas ya sin verla él abandona la casa…; o esa otra secuencia que se cierra casi sin palabras en la última toma de Jane y Jake sentados en el banco del jardín para continuar con un salto de plano en el tiempo al mismo lugar vacío arreciando la lluvia.
Como en la complicada vida, con nuestros complicados amores, desamores, dudas y pasiones, Nancy Meyers nos deja un final abierto tras enseñarnos durante este agradable metraje a sonreír al tiempo que pensamos que en nuestras vidas también todo queda abierto si seguimos caminando al son que marca el inexorable paso de los años.
Al grano: Agradable comedia romántica, opacada por la genialidad de Alguien tiene que ceder, pero que, tiene un encanto tan sabroso y disfrutable.
* * * 1/2 / 5