Todos eran mis hijos

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Joe Keller (Fernando Luján), un exitoso hombre de negocios ha hecho una fortuna vendiendo piezas de aviones al gobierno de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, un cargamento de piezas defectuosas ha provocado la caída de más de veintiún aviones, varios pilotos murieron, otros fueron reportados como desaparecidos, entre ellos Larry, el hijo menor de los Keller. Han pasado ya más de cuatro años, pero Kate (Diana Bracho) (la madre) no deja de pensar que su hijo aún está vivo. De forma inesperada Chris (Mario Loría) (el hijo mayor), invita a Anne (Silvia Navarro) (novia de su hermano desaparecido) para confesarle su amor y proponerle matrimonio, lo que no saben es que con su llegada se abrirán grandes grietas que sacarán a flote un secreto, que de ser revelado podría destruirlos a todos.

Este texto fue escrito por Arthur Miller, uno de los exponentes del realismo norteamericano; es un exitoso dramaturgo norteamericano que ha ocupado la cartelera de Broadway por varias décadas, es tan conocido por su obra como por su vida privada, con dos momentos significativos y definitorios de su trayectoria: la era del senador McCarthy y su Comité a la caza de actividades anti-norteamericanas y el publicitado y fallido matrimonio con la actriz Marylin Monroe, prototipo de la estrella hollywoodense con su mundo ubicado, con estrecho margen de error, en el polo opuesto de las preocupaciones sociales y políticas del autor. Valga la aclaración que en Norteamérica, las obras de Milller regresan cada década a los escenarios, en especial La muerte de un viajante, que es la favorita y casi un requisito de examen final para directores y actores en las universidades.

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En este texto que si bien es demasiado nacionalista, tiene una reflexión muy interesante en el planteamiento de los valores y honra de la familia. Dirigido por Francisco Franco (Director de Quemar las Naves), el montaje capta la esencia de sacar los secretos familiares en el jardín de una casa, donde un árbol caído representa la pérdida de la fe y los vecinos sean los que juzgan los crímenes cometidos. La moral juega un papel determinante en el desarrollo del conflicto de esta historia.

Este montaje se presentó el pasado 27 de enero en el Complejo Cultural Universitario. A pesar de su promoción, en la función que me tocó asistir, el teatro estaba lleno en un 45%. Los acomodadores del evento se mostraron rudos en algunas ocasiones. Pasando al montaje, aunque la producción se esmeró en evocar un momento de la historia en Estados Unidos, las actuaciones se sienten frías y sólo cumplidoras, evitando el arriesgue. Diana Bracho y Silvia Navarro demostrando sus muletillas televisivas, el señor Fernando Luján, aún lastimado, le costaba mucho trabajo hablar por lo que se le dificultaba entenderlo. Mario Loría completamente acelerado, con muchísimos errores de dicción y completamente nervioso. Los actores del reparto Osvaldo Benavides, Miguel Pizarro, Alpha Acosta, Martín Altomaro y María Aura completamente deslucidos.

Finalizando el montaje los actores realizaron un boteo para recaudar fondos para donar a las cuentas de ayuda para Haití.